Después de varias horas arreglándome llamaron al teléfono
automático.
-¡¡¡¡María!!!! ¿Estas arreglada ya?-decía Lucia desde la calle-
-Si ya estoy, bajo enseguida
-¡Vamos los chicos nos esperan!-añadió Ángela antes de que
colgara-
Durante el trayecto Ángela me presento a sus padres (Roberto y
Paloma), eran bastante simpáticos y divertidos (ya sé de dónde sacó Ángela esa
alegría)
Cuando bajamos del coche nos adelantamos un poco para que no
oyeran la típica conversación de chicas de nuestra edad.
-Bueno María, ya paso una semana, ¿ya tienes claro que vas a hacer
con Alberto?-pregunto Lucía-.
-Si la verdad que más o menos lo tengo claro... -agache la cabeza-.
-¿Y...?
-Le voy a dejar...No creo que lo nuestro funcione, apenas
hablamos, y no sé, no tengo esa ``chispita´´ que debería tener.
-Muy bien hecho -me dio unas palmaditas en el hombro- no le debes
mentir.
-Aquí encontraras lo que quieres, seguro, hay chicos guapos a
``putufren´´ (palabra que usa Ángela cuando quiere decir bastantes.)
-Lucía y yo nos reíamos-.
Sinceramente, yo pensaba que aquí era imposible encontrar a un
chico y que te fijaras de buenas a primeras en él, era imposible que, aquí en
una atracción que no da tiempo ni a decirse “hola”, encontraras a la persona
idónea, la que te haga sentir eso llamado amor.
-¡¡¡Hala, que cacho cola!!! -Grito Ángela con la boca
abierta-Papá, ¿podemos irnos a montar mientras esperáis?
La verdad que la cola era exagerada, nadie lo esperábamos pero se salía
de lo que limitaba el restaurante al aire libre (por cierto la comida era
incluida.)
-Sí, pero estate atenta al móvil que te haré una perdida cuando
nos vaya a tocar.
-¡Ok! -sonrió Ángela-.
(Cuando estábamos por el caminito hacia las atracciones)
-¿Dónde montamos chicas? -añadió Lucía-.
-En la montaña rusa, que si no después de comer mal -reí-
Nos dio tiempo a montarnos a varias atracciones hasta que nos
hicieron la perdida para ir a comer.
Yo me pedí una paella (te daban a elegir entre paella y estofado)
y después de eso nos montamos a unas cuantas atracciones más, no parábamos de
reírnos y no nos dimos cuenta que ya quedaba poco tiempo para irnos.
-Chicas en dos horas (eran las 20:00) nos vamos, así que
aprovechar, que mañana tenéis instituto -añadió Roberto-.
-Vale, aguafiestas -reía Ángela-.
-Solo nos queda por montar en los autos de choque.
-Pues vamos, sosi -añadí-.
-Para sosi tu cara puerro -Añadió Lucia bromeando-.
Nos colocamos en la fila y nada más montarnos cada una en un coche
diferente un grupo de chicos no paraba de chocarnos, sobre todo a mí, hasta el
punto que me quedé en una esquina y los cinco chicos que había en ese grupo
estaban rodeándome y golpeándome. Entre choque y choque me fije en uno que no
paraba de reírse, tenía la sonrisa preciosa, y tuve una sensación muy rara.
Él era rubio con ojos azules, tenía una cara aniñada y me parecía
incluso más perfecto que Alberto. Él también tenía el pelo pijo y se le veía
bastante simpático.
Al sonar el timbre de fin de turno, nos colocamos corriendo todos
en la cola, pero, al siguiente turno, se cerró la valla en nuestras narices.
-¡Jo!, ¿no nos puede dejar pasar? - le pregunto Ángela al hombre
de la atracción-.
-No, lo siento, los únicos coches que quedan libres están rotos, pueden
montar si acaso con alguien que vaya solo o sola en el coche.
-¡Nosotros! -dijeron al unísono, el grupo que nos estaba golpeando
antes-
-Le miramos al hombre y este nos abrió la valla-.
-¿Con quién nos montamos?, chicos, os dejamos elegir -dijo Ángela-.
El chico que me hizo sentir esa sensación rara enseguida me
eligió, es más fue el primero. Ángela se montó con el supuesto mejor amigo de
este, y, tampoco estaba nada mal, y Lucia con otro, muy guapo también.
-Aviso que yo si no conduzco tengo bastante miedo, ¿dónde me
agarro? –Mire por todos los lados, sin encontrar nada-.
-Haha, delante tienes una anilla, agárrate ahí.
Intente hacerlo, pero, estaba muy lejos para una chica de mi
estatura (no quiero decir que sea baja).
-Le mire-.
-Le mire-.
-Te agarro yo anda –sonrió seguidamente-.
-Me ruboricé, no, si no hace falta ya me agarro como pueda.
-¡Hala, mujer!, que vas a salir por los aires, además no es
molestia, déjame ser caballeroso.
-Como quieras -junte mis manos, y el paso su brazo por mi cintura
y me pego a él, mientras que con la otra mano, sujetaba el volante.
Ángela a lo lejos no paraba de mirarme y sonreír, me ponía
nerviosa.
De repente sonó el timbre de inicio y todos nos chocábamos contra
todos mientras sonaba música bastante animada de hoy en día (en concreto “Up
all night” de One Direction.)
Nicolás, que así se llamaba, (aunque le gustaba que le llamaran
Nico), y yo, no nos parábamos de reírnos y decir tonterías sin sentido.
Al acabar la atracción nos dimos todos el “Tuenti” (red social
similar a Facebook), y nos dirigimos, las chicas y yo, a la “Noria” para
finalizar el día y relajarnos un poco.
Mientras estábamos montadas ahí:
-Uis, María, parece que Nico y tu habéis hecho muy buenas migas
-me miro Ángela a unos poco centímetros de mi cara -
-Agache la cabeza avergonzada- Bueno, se puede decir que si...
-Jaja, yo creo que le gustas bastante, te lo digo por experiencia,
deberíamos quedar algún día todos, quizás sea un buen sustituto de Alberto.
-No digas chorradas, Ángela -añadí- él, no puede haber sentido
nada en este poco rato, y si quedamos todos, ¿de qué hablaremos?
-Yo te digo que sí, y lo de quedar pues, hablaremos de lo que
surja, se llama conocer gente y hacer amigos –me guiña el ojo juguetona-
-Bueno ya veremos...-agache la cabeza-
-María -añadió Lucía-
-Dime
-¿Tu sentiste algo por Nico?
-Hahaha, no, claro que no.
Mentí, claro que sentí algo por el pero no quería confirmarlo aún,
y que me miraran raro
- De momento quiero dejar a Alberto y no hacerle más daño
-¿Y cómo lo piensas hacer?
-Cuando llegue a casa le enviare un mensaje diciéndole de quedar
este sábado y me sincerare ese mismo día.
Nada más llegar a casa, me conecte a "Tuenti", y tenía cinco
peticiones de amistad entre ellas la de Nico que ponía: “¡Peque! ¿¡A ver cuando
quedamos todos eh!? Estoy desando verte a ti y a tus amigas ;)”
En ese momento sentí algo en el estómago, lo que la gente llama mariposas, y que nunca sentí con Alberto.